Hablemos, Pablemos

01 ago 2019 / 10:27 H.

España pide un acuerdo. Si es a la portuguesa, bienvenido, pero si no, que se arreglen de una forma u otra; el caso es que se arreglen. Basta de cabezonerías e intermediarios. Basta de meteduras de pata. Toca meditar tras el fracaso de las negociaciones de finales de julio. Hay que reflexionar para sacar conclusiones. Por lo pronto, que sean Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quienes se sienten a negociar con todo el respaldo de sus partidos. No se puede consultar a las bases en momentos decisivos, los líderes deben tener margen para actuar, de lo contrario no se avanza. La confianza de los votantes, y en este caso los de Iglesias, es ciega, y así debe ser. Pero antes que nada y por encima de todo, se trata de un mandato más alto que los propios partidos y los propios líderes, y es el de gobernar la nación. Si Iglesias tiene vocación de Estado, es decir si su formación aspira mínimamente a gobernar, debe ceder. Y ya se sabe eso de que la avaricia rompe el saco. La oferta, según trascendió a los medios, de una vicepresidencia social, tres ministerios y múltiples competencias, incluida Igualdad y otros cargos intermedios, era más que apetitosa como para haberla aceptado. Pero las interferencias entre WhatsApp y Telegram, por un lado, y las diferentes voces implicadas y la falta de una autoridad que asumiera todo lo que se hablara, por otro, llevaron al traste a los comisionados. Que se sienten Pedro y Pablo. Ellos dos solos, cara a cara, y que se dejen de historias, de dimes y diretes. En las urnas hubo un clamor unánime. Lo ideal y lo deseable es ese gobierno de izquierdas que proponga más impuestos a los ricos y riquísimos de este país, mejore el escenario de las capas más desfavorecidas, y desahogue a las clases medias, autónomos y profesiones liberales, que al fin y al cabo son los que han constituido históricamente el grueso del Estado del Bienestar, o lo que quede de ello. Ante el deterioro de los servicios sociales, la sanidad y las pensiones, la educación y la dependencia, hay que actuar con urgencia y tapar la hemorragia neoliberal, invirtiendo las inercias, sobre todo en el imaginario de la gente, esa misma que vota hipnotizada a Vox, que vivió en la ignorancia del ladrillo, narcotizada con el carro de la compra a rebosar de cerveza barata, sin más preocupaciones, y que se mueve de manera instintiva. Esa masa, aunque dividida, en esta ocasión optó por la izquierda, resultando del sufragio una mayoría suficiente. La derecha y la ultraderecha, como es fácil observar, siempre salen adelante. La izquierda, por su parte, peleándose y enfurruñada, parece que nunca se baja del burro. A ver entonces, que no se dé pie a nuevas elecciones y que aprendan la lección. Que se bajen los egos y rebajen los orgullos. Que den ejemplo a la ciudadanía y se choquen la mano Pedro Sánchez y Pablo Iglesias; o sea, que vayan pensándoselo. Porque incluso si hubiera elecciones que el PSOE ganara, y va subiendo en intención de voto, no aseguraría la gobernabilidad, y necesitarían a Podemos, que caerá sensiblemente. Así que tienen agosto. Hablemos, Pablemos. Que dialoguen y se dejen de milongas. Todo el mundo estaba irritado la semana pasada por la bochornosa situación a la que nos llevaron. Que no repitan ese esperpento, por favor. Que pongan toda la carne en el asador. Tienen algo más de un mes para reflexionar.