Globalización y “trumpazo”
Aquella alumna de Primaria preguntó por la globalización. Y el maestro, con la paciencia y sencillez características, le fue deshilvanando el significado de aquel término, tan actual.
—Pues mira, querida Elsa, la globalización es un fin que todos los países llevan trabajando desde hace décadas. Podría decirse que siglos. No estamos solos. Los habitantes de la Tierra nos necesitamos unos a otros y cada día más. Dependemos de éste o aquél, de aquel país o de aquel otro... Llegará el momento, incluso, que esta interdependencia, traspase las fronteras de nuestro planeta hasta llegar a otros lugares del Universo. Para que lo entiendas mejor, nos podrían valer muchos ejemplos, pero creo que te valdrán los siguientes: las nuevas tecnologías; la economía; y las redes sociales. ¿Tienes ordenador, tableta, móvil..? Si te fijas te darás cuenta que está fabricado en Japón, o en Corea, o en USA, o que tiene piezas de aquí o de allá. Eso pasa también con los automóviles, o los televisores, o el horno de la cocina, o la máquina del taller, o el avión... En estos enseres cotidianos hay piezas procedentes de cualquier parte del mundo. En todo lo económico de nuestros países, sociedades, incluso en lo individual, nos aparece, nuevamente, la globalización: una moneda común para Europa, el desarrollo tecnológico, el viaje a la Luna en un proyecto entre distintos países, la explotación de los recursos, el intercambio de la producción agrícola, ganadera, pesquera, industrial... En resumen, una dimensión mundial, que llega a limitar la actuación de los distintos gobiernos de los países, que se someten a esta realidad. Las economías mundiales tienden a unificarse a partir del comercio. Pero este intercambio se extiende cada vez más, no afectando sólo a la producción, sino a los desplazamientos de la mano de obra y las tecnologías. Seguro que tienes algún pariente, amigo o conocido que se marchó al extranjero. Cada vez son las fronteras más permeables, no sólo para la economía, sino para la cultura y las relaciones socio-culturales. Las relaciones humanas políticas, económicas, culturales, son cada vez más universales. Así continuó el docente con lo de los beneficios y otras consecuencias.
El maestro ignora si la pequeña se enteró de lo expuesto, pero la sorpresa le vino al comprobar que había comprendido casi todo, menos lo de los aranceles. Era aquello muy bonito, superideal, pero no entendía demasiado el no obtener algún beneficio a cambio. En suma, una conclusión egoísta con matices infantiles.