Gaza en la Vuelta
La definición de genocidio de la ONU, establecida en la Convención de 1948, describe este crimen como actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Bajo ese marco jurídico, lo que ocurre en Gaza tras meses de asedio y bombardeos masivos, con decenas de miles de muertos y desplazados, encaja dolorosamente. El drama humanitario tiene eco en España, donde la Vuelta ciclista se ha visto sacudida por protestas contra el equipo Israelí. El resultado es una carrera tensionada, opacada por consignas políticas, donde el ciclismo pierde su esencia y vistosidad entre pancartas y consignas de manifestantes que interrumpen etapas, corredores que exigen garantías, y amenazan con retirarse hartos de ser peones en un conflicto ajeno. Así, la carrera se convierte en otra guerra campal, convertida en espejo de una tragedia global. Tal vez la solución, como ocurrió con Rusia en múltiples disciplinas tras la invasión de Ucrania, habría sido impedir la participación de Israel, impidiendo que la carrera se convirtiera en escaparate de un genocidio denunciado internacionalmente y habría preservado el ciclismo como espacio de esfuerzo y belleza, no de confrontación.