Gaudeamus Igitur

Alegrémonos pues! Hoy mi columna entona este himno universitario que todos hemos cantado o escuchado. Originariamente, “De brevitate vitae”, algo lógico ya que comienza siendo un canto al disfrute de la vida ante el paso del tiempo. Posteriormente, acompañará a los estudiantes que finalizan su etapa académica previa a estudios universitarios o de otra índole. Son hoy estos jóvenes los protagonistas de mis líneas y quienes me hacen recordar este “Gaudeamus”: alumnos que se visten de gala pero que han de enfrentarse a una Prueba de Acceso para realizar lo que han venido soñando sin olvidar a los que llegarán un poquito más tarde o decidieron escoger acertadamente otro camino. Y serán maestros, profesores, médicos o ingenieros y serán pintores, músicos o actores y serán periodistas, empresarios o sociólogos y serán lo que hayan querido ser o lo que su nota les haya dejado ser pero, ante todo, serán adultos que recordarán con madurez que ahora sólo son un manojo de nervios, una mesa desbordada de apuntes y un flexo que les da color y calor. Alegrémonos porque, citando a Dewey, así es la educación: una reconstrucción de la experiencia. ¡Resplandezca ésta!