Fuera perro, que estorbas

    28 jun 2020 / 10:42 H.
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    Recuerdo los días de confinamiento con cierta lejanía. Además de la sensación de enclaustramiento, no puedo evitar la imagen de ver gente paseando con perros. Hubo un boom de amor a los canes sin parangón. Desde mi terraza observaba su ir y venir, razas y edades variadas, todos valían para salir a la vía pública; era toda una ceremoniosa procesión, incluso los había que pasaban de mano en mano, en préstamo, vida callejera toda la jornada. Acabado el confinamiento, con la entrada en la desescalada por fases, la cosa fue menguando, empezó a flaquear el enamoramiento ciego entre humanos y chuchos. Ahora, finalizado el Estado de Alarma, en la nueva normalidad, salen los justos, aquellos a los que sus dueños apreciaban y no dejarán de hacerlo. Ya no son tan requeridos como animales de compañía, toca su abandono, se ven en los márgenes de carreteras, el campo o a las puertas de las perreras. Una vez más, queda demostrado que el ser humano, mayoritariamente, dista mucho de ser bueno. Incluso un partido político, cumplido su “aprovechamiento”, ha pedido sacrificarlos, sin más.

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