Filosofía del humor

10 jun 2020 / 09:50 H.
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Cuando ayer les hablé de los refranes, sin duda la expresión filosófica más genuina del pueblo, hacía mención a que existían precisamente otras frases que recogían el espíritu de la vida escritas o pronunciadas por personas muy preparadas, inteligentes con una visión profunda para analizar y definir conceptos y situaciones que suelen escapar a la observación de la mayoría. Muchos de ellos son llamados sabios por la sociedad. Y haciendo esta reflexión me vino a la mente la figura de un gran dotado a la hora de definir comportamientos con un sentido del humor genial. Un hombre que hablaba con espontaneidad y decía lo que pensaba sin cortapisas. Cada frase suya, aunque pareciera absurda y disparatada, era en sí una lección. Este hombre fue Groucho Marx, componente de una familia de actores cómicos y musicales que, empezaron siendo cinco, pero fueron tres —Groucho, Chico y Harpo— los que continuaron para llenar de humor las pantallas de cine durante los años 30 y 40 del siglo pasado. Ellos fueron los inigualables hermanos Marx. Juntos interpretaron una veintena de películas como “Una noche en la ópera”, “Un día en las carreras”, “El hotel de los líos”, “Los hermanos Marx en el Oeste” y “Una noche en Casablanca”. Los hermanos Marx protagonizaron su última película “Amor en conserva”, en 1949, una de las primeras apariciones en la pantalla de Marilyn Monroe, y fueron desapareciendo. Únicamente Groucho hizo algunas películas en solitario, como “Copacabana”, junto a Carmen Miranda, en 1947, y trabajó en televisión. Falleció en 1977, a los 87 años, en Los Ángeles. Groucho Marx dejó un enorme legado de ingenio, de personalidad y originalidad. Las películas realizadas junto a sus hermanos son joyas de la historia del cine cómico, pero están también sus numerosos libros, como “Groucho y yo”, “Memorias de un amante sarnoso”, “Sálvese quien pueda” y “Camas” que nos dejaron frases que se hicieron tan populares como aquella de “nunca sería de un club que admitiera a alguien como yo”. Frases suyas son: “Perdonen que les llame caballeros, pero es que no les conozco de nada”; “Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente”; “Si sigues cumpliendo años acabarás muriéndote”; “Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer y, detrás de ella, está la esposa”. Y así definía la política: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados”. De sus miles de frases la más famosa es la que se dijo que reza en su tumba: ”Perdonen que no me levante”. Pero, no es verdad que exista, al menos no se demostró.

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