Feminismos

10 mar 2020 / 16:25 H.
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Este 8 de marzo ha vuelto a ser un ejemplo de reivindicación y pulsión en la calle a favor de la igualdad. Las manifestaciones del 8 de marzo han dejado de ser un espacio tradicional de las asociaciones de mujeres, para convertirse en un espacio pacífico donde compartir identidades, batallas políticas, sentimientos, ideas, problemas intergeneracionales y en definitiva donde compartir un proyecto de sociedad y un modelo de vida en la que hombres y mujeres tienen los mismos derechos y oportunidades. Ya no hay duda de que estamos ante un resurgir a nivel mundial del feminismo, como conciencia colectiva de defensa de los derechos de las mujeres. Durante el siglo XX hemos vivido muchas etapas donde declararse feminista resultaba incómodo y reprobado socialmente. Hoy afortunadamente están superados los estereotipos que asociaban feminismo a un tipo concreto de mujer y a unas reivindicaciones muy sectoriales. Hay muchas maneras de entender, de sentirse y de ser feminista hoy en día. El feminismo se ha convertido en un gran movimiento social y político en el que caben todas las mujeres y hombres que defienden, actúan y se comportan como humanistas a favor de la igualdad, en todos los ámbitos de su responsabilidad. Hoy el feminismo es un movimiento social que engloba a mujeres de todas las edades, razas y clases sociales. Desde las ejecutivas del IBEX-35 hasta las empleadas del hogar encuentran razones para salir a la calle y reivindicar una sociedad que las respete y no las discrimine por su sexo.

El feminismo como pensamiento ilustrado tiene sus orígenes en el siglo XVIII, pero como movimiento político se inicia a finales del XIX con el sufragismo, a favor del voto y los derechos políticos de las mujeres. Desde entonces ha habido etapas, las reivindicaciones han ido cambiado, la agenda política también y la situación de las mujeres a mejorado notablemente desde 1946, cuando Naciones Unidas decide intervenir y exigirle a los Estados que legislen y acaben con la situación de subordinación de las mujeres. A pesar de eso, el movimiento continúa, Naciones Unidas sigue trabajando y los estados y las sociedades seguimos teniendo tareas pendientes, para que ser mujeres no signifique renunciar a nada y ser víctimas de actitudes y comportamientos sexistas. La actual agenda política para la igualdad es hoy muy diversa y el movimiento tiene que seguir siendo internacional, intersectorial y global. Son más las cosas que nos unen que las que nos separan y en una sociedad tan interconectada como la actual, de nada sirve que cambie la situación de unas pocas, porque solo avanzaremos si mejora la vida de todas. La violencia de género es una manifestación histórica de las relaciones de poder entre hombres y mujeres y un ejemplo de un grave problema, en el que debemos permanecer unidas. No se entiende que se arrojen opiniones y divergencias tan extravagantes como las que hemos escuchado estas semanas, a raíz de la nueva ley contra las agresiones sexuales. El feminismo no es patrimonio de unas pocas, nunca ha expulsado a nadie y nadie puede apropiarse las esencias ideológicas de un movimiento que siempre ha sido plural. El feminismo a lo largo de su historia ha contado con diferentes opiniones sobre algunos temas controvertidos, desde el salario del ama de casa a la prostitución, y eso es sano en una cultura democrática. Queridas amigas, aquí cabemos todas y todas somos imprescindibles para avanzar.

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