Felicidad

    30 oct 2017 / 10:31 H.

    Cuando tu trabajo está dirigido a la rama social, corres el riesgo de llevarte los problemas a tu casa, hay veces que realmente sales con el corazón encogido de ver la realidad que viven muchísimas familias de nuestro entorno. Si hay algo que no puedo soportar es ver cómo los más vulnerables de nuestra sociedad, es decir, los niños y los ancianos, sufren o lo pasan mal por falta de recursos o por el simple hecho de no haber tenido la suficiente suerte a la hora de nacer. Pero lo peor viene después, cuando vuelves a tu micro mundo, con todas las necesidades básicas y no tan básicas cubiertas, con tus hijos creciendo sanos, felices y sin preocupaciones. Bueno ellos si tienen la preocupación de tener la última pelota de la Liga, videojuego, zapatillas, estampas... etcétera. Y claro, nosotros porque no sea el único que no lo tiene de su grupo de amigos se lo compramos, podamos o no, eso da igual. No vaya a ser que el niño tenga un “trauma” y no sea un niño “feliz”. Qué equivocados estamos, la felicidad no es lo material, veo a diario a niños sin recursos pero felices y orgullosos de sus familias, esas a las que no cambiarían por nada del mundo, a las que no cuestionan ni valoran por lo que no les dan, sino por todo lo contrario.