Falta mano de obra
El diario económico El Economista titulaba recientemente: “Bruselas advierte que la falta de mano de obra resta 1,3 puntos de PIB al año”, poniendo de manifiesto que “las empresas tienen dificultades para encontrar trabajadores”. Son afirmaciones que no dejan de llamar la atención cuando se recurre a las habituales fuentes de información estadística del mercado de trabajo; en concreto, el Servicio Público de Empleo Estatal —antiguo INEM— ofrece una cifra de 2.405.963 parados al finalizar el mes de junio de este año. Por su parte, la Encuesta de Población Activa (EPA), que elabora el Instituto Nacional de Estadística, sitúa en 2.789.200 los parados en el primer trimestre de 2025 —los últimos disponibles—, ya que los del segundo trimestre no se publicarán hasta el próximo 24 de julio. Oséase —usando términos populares— que nos falta mano de obra y, simultáneamente, tenemos contabilizados ahora más de 2,4 millones de parados, de los cuales cobran las prestaciones por desempleo 1.625.000, de media, en el primer trimestre de este ejercicio. Esto no cuadra. Aquí se requieren explicaciones.
Si recurrimos a la teoría económica, nos encontramos que los factores explicativos del comportamiento del desempleo son, entre otros: a) La baja intensidad en la búsqueda de ocupación, lo que se puede deber a que los subsidios de paro sean muy generosos, lo que desincentiva y retarda la búsqueda de empleo. Asimismo, si el paro de larga duración es elevado, se puede producir el denominado “efecto desánimo”, lo que disminuye la intensidad en la búsqueda de trabajo; b) La escasa adecuación de los parados a la demanda de empleo por parte del sistema productivo. En este sentido, pueden existir desajustes geográficos, ocasionados por la insuficiente movilidad de los desempleados; así como también es habitual que haya desajustes de cualificaciones, lo que se origina por la presencia de parados con escasos estudios o con limitada experiencia laboral. Seguramente, en España se están dando simultáneamente la práctica totalidad de estos factores.
La Comisión Europea en el Country Report, publicado recientemente, constata la falta de mano de obra en los empleos verdes y en las TIC’s; asimismo, pone de manifiesto el envejecimiento poblacional en algunos sectores, como la agricultura. Los servicios sanitarios han experimentado un fuerte crecimiento de la demanda, evidenciando la falta de personal en la prestación de los mismos. El sector turístico, particularmente la hostelería, también sufre de importantes complicaciones para encontrar personal suficiente y adecuado para atender su actividad. Hasta en el sector público hay vacantes sin cubrir. En suma, tenemos 2,4 millones de parados y no se encuentran trabajadores para un amplio catálogo de actividades. Hagámoslo mirar.
La situación podría ser aún peor si no contáramos con la mano de obra foránea. En efecto, de las 21.861.095 afiliaciones en alta laboral a la Seguridad Social registradas en junio, 2.801.255 (12,8%) eran extranjeros. Marruecos, Rumanía, Colombia, Italia, Venezuela, China, Perú, Ucrania, Ecuador y Portugal, por este orden, son los principales países emisores. Se suele decir que vienen a cubrir la demanda creciente de mano de obra en sectores y actividades que los españoles no quieren ocupar. Así, son extranjeros el 42% de los empleados en el sistema especial de empleadas de hogar; también están muy presentes en el sector agrario (40% del empleo total) y en la hostelería (28%); asimismo, está creciendo su presencia en la construcción y en el comercio.
Concluyendo, sí, nos falta mano de obra en sectores que requieren una alta cualificación. Solución: actuemos en el sistema educativo y de formación profesional, adecuando las enseñanzas a la demanda del mercado. Existen desincentivos a la búsqueda de empleo. Solución: limitemos las subvenciones y ayudas a los estados de necesidad, sin que el sistema de protección social se termine convirtiendo en una rémora para el mercado laboral. Y, cómo no, respetemos y valoremos la aportación de la mano de obra inmigrante, que es la que nos “saca las castañas del fuego”.