Falta buen humor

08 nov 2019 / 10:38 H.
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En el arte, como la agricultura, es producto de la naturaleza. Hace algunos días les hablaba de la falta de buenas cosechas de futbolistas. No en todas las generaciones surgen grandes figuras y, en estos tiempos en que el fútbol se tecnificó tanto, se ahogó la creatividad, la fantasía, lo diferente. Las cosechas son grandes, pero demasiado generalizadas, con productos aceptables y hasta notables, pero sin brillo para sobresalir por encima del resto. Algo parecido les conté sobre los grandes actores y actrices de cine y de teatro, una disciplina donde es más difícil que se den buenas cosechas, porque se siembra poco y el terreno dedicado al cine y a la escena cada día está más acotado y ofrece pocas posibilidades a que nazcan y crezcan los grandes talentos. Como estamos en vísperas de reflexión y, además ya estamos cansados de hablar de los políticos y mucho más de oírles hablar a ellos, me puse a meditar sobre el humor y los humoristas. De momento, se llega al convencimiento de que en este campo del arte la naturaleza fue aún menos pródiga si nos ponemos a recordar las brillantes generaciones de humoristas que tuvimos en nuestro país. Actores como Tip y Coll, Tony Leblanc, Miguel Gila, Zorí, Santos y Codeso, Juanito Navarro y actrices cómicas como Lina Morgan o Mary Santpere, entre otros muchos, que encabezaban grandes espectáculos que llenaban los teatros de toda España. Eso se perdió. El concepto del humor espectáculo cambió y desde hace años lo que abundan son los cuentachistes, pero creadores de humor como Tip y Coll y Gila no hay ninguno. El humor en la escena quedó reducido a los monólogos y hay que aceptar que existen muy buenos monologuistas, entre ellos mis dos entrañables amigos y paisanos Santi Rodríguez y David Navarro. Pero el escenario del monólogo es sencillo, escueto, para que quepa en todas partes, aunque no por ello deja de ser un arte digno de admiración. Poco tiene que ver con aquellos casi mágicos espectáculos que presentaban Tony Leblanc, Lina Morgan o Zorí y Santos. Bien se ve que los tiempos cambiaron y no voy a decir que los gustos también, porque quienes no pudieron disfrutar de aquellos humoristas y aquellas representaciones no pueden comparar. Una pena, porque hoy en día el mundo necesita de buenos artistas que nos hagan sonreír.

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