Estos versos alados...
Estos versos alados, peregrinos..., que vuelan escapando y surgen de la fuente donde nace la vida. Estos versos que pasan transparentes y elevan sus estrofas hacia el infinito de las brisas azules, de los mares callados, de montañas sin nubes..., donde el alma acaricia la dicha del encuentro, donde sólo se vive sintiendo un manantial de besos coronados de estrellas, de esperas esperadas, de sentimientos hondos donde escalar el tierno y leve espacio, para dejar que el alma restaurada, vuelva a sentir el dulce eco que canta el manantial sonoro. Hoy mis versos quisieran perfumarse de tu armoniosa rima, y envolver en el aroma de tu sonora voz que, declamando versos, tocas el corazón de quién escucha. Tú has sido mi maestro, mi guía, me has enseñado tanto..., en todas las palabras has volcado tu ser y en cada una de ellas, se refleja el tesoro que guardas y custodias, entre la rima de tus estrofas plenas y el calado compás, donde las sílabas cantan con sus voces la poesía del alma. Poemas que entrelazan la música escondida entre las teclas de un tintero que sueña con dibujar tantas emociones y experiencias certeras, a través de la voz de la poesía, a través de los versos, de los compases, del sentir de un alma enamorada de otras vivencias, profundas, gratas o plenas de sensaciones, que transforman el espacio donde corre la fuente en la noche serena. Déjame que pueda dedicarte estas pobres notas de mi alma antes de que la lira se despierte, antes que los sonetos vuelen alados al manantial donde la Vida empieza. Deja que hoy pueda latir en mí esas estrofas tuyas llenas de ternura, que has escrito en el blanco donde surgen los versos. Todo en ti es poesía, es dulzura en la voz que en ti deshace el momento sentido, el latido que brota, la emoción de viajar a lo profundo, subiendo hacia la altura para encontrar al Amor hecho ternura. Hoy déjame escribir para ti este poema de gratitud, de versos encontrados, de emociones sentidas. Déjame deleitarme una vez más con el susurro dulce de tu rima, con el tierno sentir de tu cordura, de la música que vive en tus palabras, la esperanza en ese dulce encuentro y la dolencia de Amor que no se cura, sino con la presencia y la figura.