es Hawái
Afortunadamente, el lunes pasado quedó resuelto por fin el angustioso enigma que nos llenaba de incertidumbre y pesadillas. El resultado de las elecciones acabó de una vez con toda duda: España, gracias a dios, no es Venezuela. Seis meses después del 20D, Maduro abandona las portadas y vuelve a la letra chica de las páginas interiores de la prensa, junto al recuento de inmigrantes ahogados y otras noticias sin interés. Las urnas tienen eso, detrás de su transparencia todo es roca, los votos redimen los pecados y cuanto más alto sea el montón, mejor se oculta lo que se entierra. No me hablen de dictaduras, Rajoy no es Maduro. Aquí tenemos de todo, nadie pasa hambre, nada nos preocupa y somos muy guapos porque ya murieron todos los feos. Esto no es Venezuela. Aquí no hay corrupción, ni el gobierno conspira contra sus opositores. Todos somos libres de expresar lo que nos venga en gana, no existen la intolerancia ni el maltrato animal; todos somos iguales ante la ley y sólo los títeres van a la cárcel por su ideología. No, gracias a dios, España no es Venezuela. Nunca nos va a faltar papel higiénico. Podemos cagar tranquilos.