¿Estamos preparados...?
Para formar parte de este mosaico de desastres naturales como las lluvias torrenciales, gigantescos incendios, tierras inundables, el aumento de la desertificación en un planeta que se degrada con el cambio climático. O nos anticipamos y aumentamos nuestra resistencia a lo que ha de venir, o los daños económicos y personales serán irreparables como el permafrost derretido. La degradación del planeta se aprecia cada vez más clara y los de los combustibles fósiles continúan cortocircuitando la toma de decisiones para salvarlo. Se diluye la probabilidad de vivir el día de mañana en un planeta habitable. Parece que nada nos inspira ya para cambiar el rumbo de lo que está ocurriendo, haría falta una reacción enérgica de la población mundial para dar una solución al problema climático. No conformes los poderosos con elevar el quejío de la tierra, conducen a las democracias hacia una deriva autoritaria que agravará los problemas medioambientales que causan innumerables daños. Son cuatro ególatras que agravan sus culpas con desarrollos industriales y militares contaminantes que incitan a provocar guerras interminables. ¿Estamos preparados para soportar la ira de estos ególatras cuando las cosas no salgan como ellos esperan? A Donald Trump se le está rebelando el enemigo interior con grandes manifestaciones a lo largo de todo el país. En Gaza continúan muriendo niños a pesar del “glorioso” acuerdo de paz. Zelenski sabe que Trump y Putin han llegado a un acuerdo sin consultar al país invadido. ¿Hay negocio a la vista? Basándose en la doctrina Monroe, ¿puede Trump iniciar una guerra en Venezuela? La diplomacia de la fuerza, permanecerá viva en los residenciales de lujo que incluían una limpieza étnica facilitada por miles de armas vendidas por Trump a un genocida como Netanyahu. ¿Barrerá Putin Europa, esa silenciosa comparsa que pagará, si no espabila, los platos rotos por otros en el nuevo orden trumpista que gusta de los improperios y espectáculos de mal gusto que gustan de la fuerza y el dinero?
¿Dónde quedan aquellos discursos cultos y pensamientos libres llenos de sentido? Se ha instalado en el aire, el culto a la personalidad durante encerronas en las que brilla la caricatura del invitado y la risotada de vasallos domesticados. ¿Estamos preparados para vivir sin organismos como el Tribunal Penal Internacional que representa el Derecho Internacional que nos hace más civilizados? Para Trump, todo es un negocio rentable y solo concilia con el sujeto que demuestre que es tan fuerte como él. Reunirse, en plan sanedrín, en el Despacho Oval, no es gobernar y Europa, la silenciosa comparsa, lo sabe y parece que no va a ninguna parte cuando debería estar preparándose para mejorar su statu quo. El lujo que representa Trump es la miseria de su pueblo, de ese electorado que lo votó y hoy, al sentirse abandonado, ha hecho que se levante y no desea otra cosa que no repita mandato el ególatra que utilizó la democracia para encaramarse a su becerro de oro. En la cima del mundo se ha olvidado, o, mejor dicho, ha despreciado el respeto a las leyes vigentes y a la justicia social que exige la libertad de todos los deportados ilegalmente, pero la voluntad del líder, ha suspendido todo norma y la ha sustituido por la norma de los hechos consumados. ¿Estamos capacitados para reconducir lo que vivimos y, si lo vimos venir, qué hicimos para remediarlo?