Espías y ladrones

Asistimos a un serial peliculero de buenos y malos, de policías y ladrones. Todos espiándose al más alto nivel. Nada nuevo en los antros del poder. Se ha publicitado insistentemente que el Rey emérito, profusamente investigado, debía incluso ser castigado penalmente por supuestos enriquecimientos ilícitos. Paradójicamente hoy se pretende silenciar al CNI, no sea que investigue asuntos turbios que afecten a líderes políticos concretos, sospechosamente enriquecidos. Las dobles varas de medir escandalizan. También a esa justicia honesta que pretende ser independiente e igual para todos. ¿Focos informativos sobre lo que interesa al poder político y tinieblas para lo que atente contra sus argucias propagandistas? La gente quiere saber la verdad de todo. Y cuando existen cuentas opacas o negociaciones ocultas en el extranjero deben conocerse en su totalidad. Son imprescindibles los mecanismos de control para conocer y castigar todas las actividades amorales y delictivas. ¡Las nuevas tecnologías no deben ser instrumento exclusivo de trabajo de personajes chantajistas y ladrones! Lo vivido sobre las “Comisiones de secretos de Estado” y el cese de la directora del CNI ha sido vergonzante. ¿Por qué tanto miedo, casi terror, a que los ciudadanos conozcamos las “informaciones reservadas” que puedan contener los teléfonos de algunas de sus más ilustres señorías?