Espadas contra Susana

    17 may 2021 / 10:32 H.
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    La vida es, algunas veces, una filosofía, oriental y kantiana, por la que asoma la venganza en los manuscritos que la política caligrafía con la letra gótica y el propósito de que el silogismo perdure en los anaqueles que guarda la memoria. Así, sanchismo y susanismo vuelven a encontrarse a orillas del Guadalquivir, donde ya suenan voces rebeldes, en unas primarias, que se celebrarán cuando las estrellas clavan / rejones al agua gris, / cuando los erales sueñan / verónicas de alhelí. Juan Espadas, que nada tiene que ver con Antoñito el Camborio, ni con la métrica desnuda de Lorca, ha sido el elegido por Sánchez con el fin de que, en su nombre, las metáforas de verde luna dejen a las huestes susanistas en un estado tal que no puedan encender ni siquiera un candil en las letras de un fandango: bajo las estremecidas / estrellas de los velones. Pero la reina de Triana no se rinde y prepara a sus jinetes para que, antes de ser derrotados, incendien las naves de su oponente, Guadalquivir abajo: con Sanlúcar en el horizonte: cien jacas caracolean / y el bordón de una guitarra / se rompe. Susana, entre el río y el Atlántico, no teme a los ases de espadas que, bajo la manga de la chaqueta de color gris, guarda el alcalde de Sevilla. El duelo, al amanecer, se aproxima.

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