Escenarios para 2023

    09 ene 2023 / 16:30 H.
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    Hace años días leí en prensa unas declaraciones de Kristalina Georgieva, que para los que no sepan quien es les diré que se trata de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), en las que nos venía a alertar de que: “2023 será más duro que el año que dejamos atrás para gran parte de los países del mundo, ello porque los principales motores del crecimiento económico global (USA, China y Europa) experimentarán un debilitamiento de su actividad. Esta desaceleración simultánea provocará que un tercio de la economía mundial entre en recesión”. Parece evidente que la gerente del FMI y sus asesores se situaron para hacer esta previsión en el denominado como escenario “pesimista”. ¿Qué es esto de los escenarios? Lo aclaramos. Los economistas al hacer previsiones de futuro —para lo que no solemos ser muy buenos—, bien cuando hacemos planificación estratégica del desarrollo o bien para planificar inversiones físicas o financieras, solemos contemplar tres escenarios posibles: el “más probable”, el “optimista” y el “pesimista”, en función de los diferentes estados esperados en el futuro para una serie de variables estratégicas interrelacionadas entre sí, cuyo comportamiento nos permite obtener conclusiones específicas y tomar decisiones relevantes.

    La Georgieva y su equipo parten de la premisa de que la invasión rusa de Ucrania se mantendrá enquistada durante todo el año, lo que continuará provocando altos niveles de incertidumbre en la economía mundial; el encarecimiento de la energía, de las materias primas y de los alimentos, como consecuencia de los estrangulamientos en los suministros; una inflación a tasas muy elevadas en todos los países, desde luego por encima de lo que los bancos centrales suelen calificar como de estabilidad de precios (2 por 100); una política monetaria restrictiva para luchar contra la inflación, lo que significa tipos de interés al alza, tal y como ha ocurrido en 2022; caídas del consumo familiar y de la inversión empresarial a causa de la elevación del precio del dinero y de las incertidumbres de futuro; quiebras empresariales, aumento del paro, desaceleración del PIB, estancamiento económico y, finalmente, la temida recesión.

    Habrá quien sostenga que el escenario que acabamos de plantear no es el “pesimista”, sino el “más probable”. Vale, mis respetos a todas las opiniones. No obstante, en este contexto me acuerdo del denominado “castillo de naipes”, referido a la estructura ordenada, coherente, simétrica y lógica, pero débil o vulnerable, y que ante la más mínima intervención se desmorona; es decir, si quitamos la primera carta, el castillo cae y todo se desbarata. Pues bien, quitemos la premisa de la continuidad de la guerra en Ucrania. Si eso ocurriera, toda la cadena de consecuencias negativas enlazadas anteriormente se desmoronarían, igual que los naipes. Permítanme que me sitúe en el escenario “optimista” (irreal, soñador, desquiciado o ignorante, dirán los irredentos pesimistas) y supongamos que se llega a un armisticio (acuerdo para superar las hostilidades) entre Rusia y Ucrania, lo que provocaría el fin de la incertidumbre económica, el restablecimiento de los suministros energéticos, de las materias primas y de los alimentos, la normalización de los transportes y del comercio mundial, el control de la inflación, la reducción de los tipos de interés, el crecimiento de la inversión empresarial y la recuperación del consumo privado, la apertura de nuevas empresas y la creación de empleo, la inauguración de una nueva senda alcista del PIB y un periodo prolongado de expansión económica.

    Sí, ya sé que esto es soñar, que todo es bastante más complicado, que no hay indicios de que se aproxime el “alto el fuego” e, incluso, que hay intereses en que la guerra continúe (ya se sabe: “A río revuelto, ganancia de pescadores”), pero no me negarán que ambos escenarios se pueden producir. Yo me quedo con el “optimista” (por aquello de que “un optimista es un pesimista bien informado” y no al revés). También espero que en Jaén, en 2023 tengamos Cetedex, tranvía, ciudad sanitaria y trenes de altas prestaciones.

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