Erasmus

    17 oct 2019 / 10:55 H.

    Los primeros llegaron a la Universidad de Jaén desde una región casi gemela del sur de Italia. Jóvenes calabreses que descubrieron una tierra tan hospitalaria como la suya y que, al terminar el año académico, se resistían a abandonarla. Fue una experiencia pionera y extraordinaria para la época, que iba a cambiar para siempre la faz del espacio urbano. En adelante los habitantes de esta ciudad iban a convivir con una nueva generación de europeos venidos de lugares lejanos. En los supermercados los dependientes se extrañaban de aquella “Babel de lenguas” que hablaban muchachos y muchachas de aspecto diferente; la noche se llenaba de una curiosa multitud de aprendices del castellano; en las aulas del Campus unos recién llegados imprimirían el sello de modernidad que necesitaba una sociedad hasta entonces dormida en su provincianismo. Por fin parecía cerrarse la frontera histórica del aislamiento, y se comenzaba a clausurar esa indeleble tradición por la complacencia endogámica. Los erasmus no sabían, ni saben posiblemente, que su presencia es el mejor testimonio de que somos parte de la Europa de los pueblos, ese punto de encuentro de una cultura auténticamente democrática.