Encrucijada incierta

    15 mar 2025 / 09:30 H.
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    Caminar por un sendero conocido puede llegar a ser aburrido y llevarnos cargados de hastío hasta el destino programado, pero siempre es más seguro que buscar atajos por trochas y veredas donde sólo se aventuran aquellos que por sistema son amantes del riesgo y de la ganancia a toda costa. En general los primeros forman sociedades en las que predominas las normas que priman la seguridad ante todo y su frase paradigma es ‘Más vale pájaro en mano que ciento volando’, mientras que los segundos a los que podríamos calificar como aventureros y visionarios prefieran arriesgar para intentar alcanzar el máximo beneficio posible a cualquier precio. Son dos concepciones diferentes de la vida y ambas son válidas siempre que se respeten unas mínimas reglas de convivencia.

    Ahora sucede que estos últimos actores están en modo emergente y muchos países comienzan a estar inclinados a llevarlos al poder y dejar que actúen según ese criterio, aunque eso a veces signifique cambiar o pasar por alto las reglas establecidas a todos los niveles, incluso aquellas que aseguran el comportamiento democrático de los gobiernos. Actuar con estas premisas implica llegar a enfrentamientos más o menos graves con los demás.

    El mundo en general y Europa en particular se encuentra en una encrucijada muy complicada como consecuencia de la segunda llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. No es prudente adelantar acontecimientos pero, después de más de cuarenta días de este nuevo e imprevisible aunque ya conocido inquilino en la Casa Blanca, todo parece indicar que van a ser muchos los cambios que se van a producir en el tablero geopolítico mundial. Las consecuencias de estos cambios que vienen impuestos por una concepción mercantilista y meramente comercial de las relaciones globales entre los pueblos y naciones no pueden ser evaluadas en todo su alcance en estos momentos, pero lo que sí parece posible afirmar es que a partir de ahora las sociedades más avanzadas desde un punto de vista político democrático tendrán que acostumbrase a vivir en un entorno más difícil de gestionar y en unas condiciones generales más hostiles a los postulados y normas que hasta ahora han hecho posible el estado de desarrollo y bienestar en la sociedad occidental. Dicho en otros términos más coloquiales, a partir de ahora cada cual va a tener que ir a su diente y sacar su tajada con más esfuerzo y menos comodidad de la que está acostumbrado. Este hecho es ya una realidad que es necesario aceptar y que implica cambios estructurales inevitables que van a ser muy duros para todos.

    A nivel global sólo hay tres potencias mundiales —China, USA y Rusia— que van a tratar de imponer sus reglas y una cuarta (Europa), que hasta ahora ha vivido a la sombra o quizás al amparo de los Estados Unidos, que va a tener que aprender y asimilar ese cambio de paradigma y actuar en consecuencia, lo que implica adaptarse a marchas forzadas a sobrevivir en ese peligroso tablero y adoptar medidas muy impopulares para sus pueblos como es invertir muchos recursos en armas y material de guerra para intentar mantener su concepto de vida y su cultura. En definitiva, los europeos están siendo empujados a una lucha en todos los frentes, una lucha en la que el poder y la influencia en las decisiones que afectan al planeta se impone y se defiende con las armas.

    No nos engañemos: no sólo es en la lucha por la democracia, es la lucha por la riqueza y el poder, es la lucha por la hegemonía mundial y eso implica abandonar los viejos postulados y aceptar las inevitables reglas que dictan las potencias dominantes, e intentar conformar un bloque unido y fuerte, una cuarta potencia capaz de hablar de igual a igual con las otras. Ese es el camino y no es seguro ni fácil, ni siquiera se sabe si todavía es factible.

    Cualquier otra opción conduce a la irrelevancia porque la humanidad ha vuelto a la época en la que las reglas no se basan en el respeto a las leyes, la ética y la cultura sino en el poder de las armas. Y todo ha quedado así de claro en los últimos cuarenta días, por obra y gracia del señor Donald Trump que avisa sobre la inminencia de la Tercera Guerra Mundial. Por desgracia la Humanidad no sobrevivirá a ella.



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