Encierro y paradojas

    10 may 2020 / 11:12 H.
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    No tanto tanto esto de la pandemia, que obviamente produce un trastorno en todas las esferas de la política, la sociedad y la cultura, sino en lo que se ha entendido como la principal manera de combatirla: el confinamiento y la creación de un Estado de emergencia/miedo, que ha puesto a prueba una buena parte de los tópicos que teníamos sobre el hogar y la cotidianidad. Los principales tienen que ver con la desidia que produce el hogar, una suerte de encierro que pone a prueba la convivencia, la vida educada, y donde el internet y las plataformas sociales han sido la clave para entender lo que nos salva, pero también que nos hunde. En efecto, hay tres lugares que tendrán que ser revisados, primero, la idea de tener tiempo, esa queja casi sistemática, y que ahora que hemos tenido tiempo nos hemos dado cuenta que no es eso, sino que nos falta es vida. Segundo, que el hogar es un espacio duro y complejo, lleno de retos y desencuentros. Y, por último, que el hogar es más un medio que una meta, al final un espacio propio es mucho más que cuatro ladrillos, y de ahí que de repente el porvenir, incluso el futuro más cercano, se ha convertido en una espacio extraño y muy poco predecible. Si este confinamiento nos servirá para algo, además de retratar a la extrema derecha, es para darnos cuenta de lo importante que es sociedad, los amigos, los placeres pequeños y la familia en grande, en comunitario.

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