Emprender y autoliderazgo

Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan las personas que emprenden, es ser capaces de dirigirse a sí mismas. ¿Acaso es posible dirigir un proyecto sin ser capaz de dirigirse a uno mismo?

En primer lugar, conviene distinguir conceptos: liderazgo y autoliderazgo, ¿son lo mismo? Para mí, el liderazgo es la capacidad de influir, guiar, inspirar y motivar a las personas para poder conseguir una meta común. Por su parte, el autoliderazgo es la capacidad de influenciar, de forma intencional y consciente sobre los propios pensamientos, emociones y conductas para lograr objetivos personales. Es decir, el autoliderazgo es la capacidad para elegir cómo ser, cómo estar, cómo sentir y cómo hacer en la vida; ahí es nada. Conseguir desarrollar esta capacidad es clave para tomar las riendas de tu vida y alcanzar tus propias metas. Se trata de averiguar cómo ser más eficientes, más productivos y cómo mantener tu nivel de motivación en los niveles óptimos.

Qué puedes hacer, para potenciar tu autoliderazgo, es la clave. Para empezar, debes
autoconocerte, descubrirte a ti mismo, ya que solo así conseguirás tomar decisiones en relación a tus principios y valores. Conocerte a ti mismo te aportará seguridad para enfrentarte a nuevos desafíos
con mayor seguridad. Confiar en ti mismo es la clave para conseguir todo aquello que te propongas en la vida. Piensa que cuanto más te conozcas, más te aceptarás y valorarás, lo que a su vez se traducirá en un aumento de tu autoestima y seguridad en ti mismo, en ti misma. Ello repercutirá directamente sobre tu habilidad para crear hábitos y rutinas, fundamental para planificar el tiempo que debes dedicar para alcanzar tus objetivos, tanto profesionales como personales.

En definitiva, el autoliderazgo consiste en aprender a gestionar tus emociones utilizándolas en tu propio beneficio a través de un análisis interno de quién eres realmente; pero lo mejor de todo es que puedes trabajar en ello. El autoliderazgo, se aprende, como todo.