El voto
y la fe

    17 may 2023 / 09:00 H.
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    No creo que me quede ni la más remota posibilidad de recuperar aquel ánimo ilusionante y confiado con el que yo depositaba en la urna aquellos primeros votos cargados de esperanza. Con este catalejo oxidado de marinero de charca, ya he oteado suficientes horizontes, descifrado algunos espejismos y derribado muchos castillos en el aire, para saber, o quizás mejor, intuir que la realidad y el deseo no van a la par nunca, que la mirada también envejece y que la condición humana fluctúa y discurre por muy complejos laberintos. Tampoco quisiera que se me interprete mal, nunca renegaré, ni del voto personal, ni de esta aún inmadura democracia española, que tantos defectos tiene que corregir y tantos lastres tiene que arrojar. Me considero afortunado y privilegiado de estar viviendo una gran parte de mi vida dentro de este sistema, que tiene sus carencias, y que, queramos o no, está supeditado a otros poderes o inercias que no son precisamente políticos o ideológicos. Lo único que ya, de alguna manera pudiera inquietarme si cabe, es que a las postreras generaciones, instaladas desde el nacimiento en estos pequeños oasis, no sepamos transmitirle todo aquello que se ha conseguido, y todo aquello que aún queda por conseguir.

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