El trueque

24 jun 2019 / 08:34 H.

La palabra trueque era muy común cuando yo era un chiquillo. La guerra acababa de terminar y ni tan siquiera los que tenían algún dinero encontraban artículos que comprar. Ni tan siquiera los más vitales, los alimentos. El truque se impuso, porque las gentes que tenían alguna mercancía no la vendían sino que la cambiaban por otro género del que carecían. El dinero no tenía valor. Las lentejas se cambiaban por harina, el arroz por judías, el aceite por azúcar, y los trabajos que se hacían se procuraban cobrar en especie. Todo escaseaba y lo poco que había estaba racionado, lo que dio alas al estraperlo. Aquellos años de extrema carestía se superaron con el tiempo. Desaparecieron el trueque y el estraperlo aunque, para remediar situaciones comprometidas, nacieron las casas de empeño y los bancos, una ayuda que a veces te deja con el agua al cuello. Desde hace unas décadas, cuando ya parecía que la sociedad estaba recuperada, han vuelto a estar de actualidad el trueque y el estraperlo, que tiene su origen en un sencillo elemento, el voto, que se adquiere gratis y hay que ver el enorme rendimiento que le saca la mayoría de los políticos para ellos mismos, ignorando su origen, de qué parte de los ciudadanos les vino. El negocio es exactamente igual que el de antaño, lo que ha cambiado es que en vez de llamarlo trueque y estraperlo lo definen finamente como pacto. Pero es igual, los más débiles siguen perdiendo, porque un ciudadano le da su voto a un político porque le ha prometido devolverle un muslito de pollo y el político a lo mejor lo que le devuelve son cebollas, guardándose el pollo y algo más para él. Porque los hay que quieren cambiar sus votos por un Ministerio, cuando lo más seguro es que más de uno de los que le votaron no pueden ni conseguir un trabajo de conserje. Todo esto lo cuento a sabiendas de que todos ustedes lo saben ya. Es posible que en esta semana salten noticias relacionadas con el Real Jaén que llamarán más la atención. Ya veremos. Mientras tanto quiero recordar a un fraternal amigo, como José Boyano Martínez, un hombre que no utiliza ni el trueque ni el estraperlo. Al contrario, Pepe entrega cada día lo mejor de sí mismo en sus tareas altruista, solidarias, humanas sin pedir nada a cambio. Un jiennense ejemplar que recientemente ha sido reelegido presidente de Cruz Roja en Jaén. Y ahí está, con ánimos renovados dispuesto a ser útil al prójimo.