El sueño

    06 jul 2022 / 18:13 H.
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    Había anochecido inexorablemente, la luz había desaparecido, aún podía verse el último hálito de su manto entre el oscuro firmamento. Las piedras de las calles se envolvían, poco a poco, del callado mutismo pasajero. Las aves silenciaban sus trinos y la noche en un velado grito, agitaba en sus párpados el sueño. Se desvanecían los sabores en las sombras y un nuevo susurrar se dejaba sentir. Los sonidos abrazaban un ensueño de quedas palabras, de leves sensaciones, de latidos callados... Se habían adormecido las quietas espadañas, las elevadas torres permanecían mudas en la quietud de la noche silente. Solo el viento dejaba su sonido, un silbo de palabras infinitas, que ponía sobre la ciudad, que había entrado en el tiempo donde habita el descanso, el reloj no cantaba las horas con el toque metálico que vive en su campana. El sueño deshacía sus notas en el oscuro y sereno pentagrama, se dormía la inquieta melodía de la tarde, las palabras caían en el profundo pozo del silencio. La noche desvanecía las prisas, el ajetreo que habita en las aceras, los pasos no hollaban ya tus calles, ni imprimían sus huellas los zapatos del tiempo sobre las piedras del frío pavimento. Así te vi aquella noche serena de sonidos, apagada de voces, sin apenas sentirse el oscuro lamento de la noche. Te vi tras el misterio del ensueño, de tus manos tocando la sombría cornisa de tu puerta, suspirabas en el albero del arco y rezabas a la Pura y Limpia María Inmaculada, que allí vive entre luces que velan por tu sueño, en ese fiel postigo. Sentí tu anochecer entre los naranjos que susurran un nuevo aroma de estrellas y luceros. Te vi distinta, sola, apagada, vacía, y, sin embargo, sentía el leve tul que dejabas caer junto a mí, aquella noche de palmeras, de muralla, donde el frío de la madrugada se arrastraba a mi lado. Me decías tantas cosas... aún recuerdo la sensación de abandono que se reflejaba claramente en la faz que te pinta cada día. Y sentí tu canción de primavera, tu luz, tu corazón, tu melodía... Ante tanto silencio silenciado dejé que tú me hablaras, que me dieras la voz de tu latido, mas al mirar tu cara me quedé sorprendida, con el sueño en tus manos ayer me sonreías...

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