El reloj de San Ildefonso

    06 may 2016 / 17:00 H.

    Un recuerdo de unos años en el que el tiempo no se medía a cada momento porque no había relojes en las casas. Y porque vivir no era, por supuesto, cumplir un horario permanente. Me cuenta una persona querida ese recuerdo que es uno y vario a la vez: el de la torre de la Iglesia de San Ildefonso con su esfera de números romanos y sus agujas implacables descontando los días, el de su madre preguntándose la hora y el de sí misma doblando la calle, era su barrio, para llegar a la plazoleta, y allí contemplar esa pieza inexistente en las casas pero que estaba en la torre para todos. Volaba a mirar, aunque lloviera, mejor si llovía. Y miraba esa esfera con la curiosidad de la niñez, con el apremio de la madre adulta. Sin embargo, y sobre todo, estaba mirando la torre, la fachada, los arcos, el blanco de la piedra, las formas que imprime el arte a una construcción. Y con esta observación, inimaginables los medios de hoy para estudiar, estudiaba Arte.