El rejón
Es verdad que de ilusión también se vive. En esta España de pícaros pequeños y grandes chorizos, que diría D. Lope en “El mejor alcalde el rey”. País de lazarillos quevedianos y manirrotos envidiosos que sufren inmensamente cuando no tienen lo que tiene el otro manirroto. Donde el mayor esfuerzo de algunos políticos es romperse las manos aplaudiendo a los dioses del momento, donde caen por los suelos las caras de la hipocresía del “solo sí es sí” a manos del rejón de muerte. El último rejón. ¿Habremos de esperar otros rejones que ellos ya conozcan? ¿Tenemos que seguir dando los avales necesarios a quienes los dilapidan en palabras huecas? ¿Surgirán nuevas razones para seguir aplaudiendo a unos o a otros? Lo cierto es que la devaluación de la actividad política es preocupantemente evidenciada por los hechos pretendidamente falsos de los que se aprovechan los unos y los otros. No se puede seguir así. Dando carroña humana a los buitres tertulianos que la devoran sin piedad, entre sospechas incendiarias del tipo “cuando el río suena agua lleva”. Deberían usar más las manos en sujetar bolígrafos que en chatear en móviles o aplaudir a manos llenas (ojo, a manos llenas) al gran jefe de las manos rotas. Tengo la ilusión de que no nos aparezca mañana un, o una, pedófilo o pedófila con las manos rotas de tanto culo duro y pechos enhiestos. De ilusión también se vive, de utopía no.