El reencuentro

    16 nov 2025 / 14:20 H.
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    Aveces me cruzo con gentes que saben y aprovecho la ocasión para intentar aprender algo nuevo. Aunque la curiosidad por las cosas la tengo perdida, no deja de interesarme aquello que desconozco o aquello que, finalmente, descubro que he olvidado. Es desagradable ser consciente del olvido. Nombres, caras, situaciones se van archivando en algún oscuro recoveco del cerebro, y solo si alguien o algo lo excita de manera apropiada, salen de pronto poco antes de decir la manida frase de “lo tengo en la punta de la lengua”. Descubres quién es y la memoria te regala toda una serie de vivencias que pasan por la cabeza como relámpagos eludiendo el momento en que se vive. Es entonces cuando apetece revivir lo reencontrado y se hace de manera inmediata, tanto que parece que rejuvenece uno diez o veinte años, y a ella se le borran las arrugas de diez minutos antes y le brillan los ojos como antaño sintiendo, como entonces, la misma dolorosa impresión de que no te quería. Y casi que se imagina uno que esta es su oportunidad sin parar en tiempos ni en edades ni arrugas ni barrigas. ¿Todavía fumas? (qué gilipollez de pregunta) y te dice algo así como un achaque culpándote de fumar mucho más cundo estaba en tu vida. Que si los niños, que si los padres, que si te acuerdas de fulano... y así vas llenando los tres minutos que el tiempo te ha regalado de nuevo. Un beso amargo y al olvido otra vez.

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