El Real Jaén y sus desventuras

    20 oct 2021 / 16:53 H.
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    Ni soy aficionado ni conozco los negocios del fútbol; si opino, solo pretendo intentar hacer distinguir entre algo serio, que es una insignia de la ciudad y su sufrida afición que lo sigue y el patio de monipodio en el que se ha convertido el entorno del club y sus directivos. En los años cincuenta, interno en el colegio marista, veía al Jaén en Primera, un equipo respetable, recuerdo a Cerrillo y Bermúdez; después fue a Segunda y ya en los ochenta —eso lo supe de oídas— cayó en la Segunda B para no levantar cabeza. Muchas veces han tenido que salvarlo in extremis; recuerdo que lo libró Lorenzo Morillas; otra Miguel Ángel García Anguita; al borde del abismo. La fiel afición sacaba fuerzas de flaqueza, nunca le ha faltado el aliento en la grada. El siglo XXI ha sido de pena, los dirigentes, de mal en peor, lo echaron a un pozo y abandonaron hasta el nuevo campo; todos se fueron de rositas. Si se salva, será de milagro. Al borde de cumplir el siglo el club, sus colores merecen renacer cual ave fénix o morir con dignidad. Otro emblema importante que se perdería, como la Cámara, sin un solo responsable declarado; mientras la sociedad civil y las instituciones se ponen de perfil.

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