Dormir tranquilo
No hay nadie en este mundo que no se haya equivocado más de una vez. A conciencia y con mala leche, por error o sin motivos, adrede o sin darse cuenta, de cualquier manera y de una forma u otra, y confiando de que se puede y también se debe ser sincero en el arrepentimiento y la rectificación, siempre se puede pedir perdón aunque quizá haya motivos más que suficientes para no merecerlo. Saber perdonar no incluye que se deba olvidar la ofensa, el dolo, o el mal ocasionado, también se tiene la opción de, como se dice en el argot jurídico, archivar la causa, o en este caso no dejar caer el olvido daño causado sea cual sea el motivo. Normalmente cuando uno es el perjudicado en un caso de manifiesta y osada mentira que deriva en engaño, falta de respeto o perjuicio físico, económico o mental, nos cuesta mucho salir del modo imperdonable porque en algunos casos y solo a veces es más fácil pedir perdón que darlo. De todas formas y en cualquiera de todos los supuestos no hay nada mejor que la conciencia tranquila, saber perdonar y ser consciente de que cuando se debe pedir perdón. Así evitaremos úlceras y malos rollos, y se nos hará más fácil dormir.