El pan nuestro

    22 abr 2022 / 16:00 H.
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    No serían carne de cañón. Serían seres pacíficos y palabras sin gritos pero con su propio eco. Pero no. No reside la razón en la ignorancia del hombre. Y visto el derrumbamiento de valores, al final se hace necesario el eco inmortal del grito desdichado: “¡Basta ya!”. Desafortunadas guerras donde inocentes cuerpos perecen en el intento de salvarse. Infancia desfavorecida por el país y por la época que les ha tocado vivir. Niños que mueren, mientras un mar de sangre reza por sus almas. Bombardeos atronadores que destruyen la coherencia de la vida. Y más allá del conflicto: la ansiada paz. Para hablar de paz hay que creer en ella. Difícil conjetura ésta de creer en algo, cuando la destrucción arrasa las ciudades del miedo. No hay pan para mañana si hay una guerra ganada. Y es que “hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de cada día; la paz sin la cual, el mismo pan, es amargo” según cita Amado Nervo. Quizá sea ya tarde para buscar el camino de la Paz. Pero hoy nos olvidamos de mirar la esencia más renovada de todo y desterramos las raíces que un día nos permitieron crecer y ser seres bondadosos. Quizá lo más correcto sea reformular cada paso y marcar un punto de partida donde todo comience de nuevo.

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