El más acá
Hoy es el Día de Todos los Santos, día destinado al recuerdo de nuestros seres queridos, y a la tradición de visitar el cementerio. Dicen que la muerte nos iguala, que no hay pobres ni ricos en el más allá; incluso, que al acaudalado le costará más entrar en el paraíso. Sin embargo, en el más acá siguen existiendo diferencias: hay tumbas y nichos humildes, olvidados, sin flores ni velas que alumbren esta noche de difuntos. Me recuerdan estas sepulturas a los vagabundos que deambulan por nuestras calles, que pasan la noche a la intemperie; a los pobres que reclaman nuestra atención y nos piden limosna desde la acera. Pero optamos por cruzar la calle y pasar de largo, como de esas tumbas feas y decrépitas que hay en todos los camposantos; preferimos mirar los panteones suntuosos, los adornos florales, los ramos de rosas. Nos deleitamos en comparar el derroche, en ver quién es más generoso con sus muertos, aunque en vida los tuvieran olvidados, muchos ancianos lo están. Un cementerio es también una metáfora perfecta de los dos mundos en los que se divide este planeta: el que despilfarra la comida, a la vez que llena los mares de plástico, frente al que muere de hambre, sin esperanza ni futuro.