El guindo

27 jul 2016 / 18:30 H.

El árbol, como tantas otras creaciones de la naturaleza, es muy importante en la vida del ser humano. El árbol ha sido y es protagonista de leyendas y aforismos que nos acompañan a lo largo de la vida. Se habla del árbol de la abundancia, el de la vida, el del bien y del mal, y hasta existe una película que se llama “El árbol del ahorcado”.

Otro filme se titula “Los árboles mueren de pie” y es aquí donde mi reflexión diaria se ha detenido al saber de ese árbol millonario que en un parque de Pozuelo se está muriendo de pie y también de vergüenza. ¿Es que no vamos a conseguir pasar un solo día sin que salga a la luz un nuevo trapo sucio de nuestros políticos o expolíticos? Por lo visto el cubo de la basura está tan lleno que rebosa. Y duele porque todo esto hará más difícil que se pueda llegar a un pacto de gobierno con la urgencia que el país está demandando.

Es verdad que el caso del árbol de Pozuelo es ya antiguo, pues se remonta al año 2007, cuando el parque fue inaugurado teniendo a este árbol traído de Bélgica expresamente como estrella del recinto. Un precioso ejemplar de roble por el que el Ayuntamiento de Pozuelo pagó la friolera de más de 104 mil euros, cantidad a la que hay que añadir lo que gastó la expedición municipal a Bélgica a cuyo frente figuraba el entonces alcalde Jesús Sepúlveda, exsenador, exmarido de la exministra Ana Mato y otros varios ex que no vienen al caso. Porque bastante caso tiene ya el señor Sepúlveda con su imputación en el asunto de la Gürtel. La historia del parque de las Cárcavas —que así se llama la zona en cuestión— también está llena de sombras y no precisamente de las que dan los árboles; sobre todo este roble que se muere sin remisión.

El parque costaba un ojo de la cara de cada pocero pero como, encima, duplicaron su coste, pues les costó los dos ojos. Y así, “cegados”, los vecinos se tragaron la bola. Fue un roble que se seca del que no se cayó nadie, porque los ciudadanos, según piensan determinados políticos, solo nos caemos de un guindo. Y el guindo es un árbol que abunda en nuestro territorio nacional, por lo que no es difícil caerse de uno de ellos aunque no te subas a él. Lo lamentable es que haya políticos que piensen todavía que los ciudadanos nos pasamos la vida subidos a un guindo del que nos caemos constantemente.