El gran dictador
Alimentado por la codicia, la venganza y la vanidad, Donald Trump lleva treinta días dando hostias desafiando a la razón y a todo el personal que se le antoje. Como en una mala película ambientada en el viejo oeste norteamericano, este gringo de padre alemán y madre escocesa, escoltado por unos cuantos cuatreros armados hasta los dientes de billetes, se quiere hacer con todos los ranchos del mundo. Sin escrúpulos ni respeto se pasa los acuerdos internacionales por el forro, actuando incluso por encima de las leyes de su país ya que los jueces de la Corte Suprema fueron nombrados por él. Bravucón y boca chanclas está vaciando de funcionarios las dependencias de su país para dejarlo en manos de sus colegas tecnócratas millonarios, trabajo que no hacen gratis. Para la política exterior, y sin salir de la Casa Blanca, está aplicando la teoría del palo y la zanahoria, pero sin zanahoria, sembrando de concertinas y aranceles las fronteras. Falto de humanidad se corona adalid de la paz promoviendo un resort turístico israelí en Gaza y aliándose con Putin para repartirse Ucrania. Así es este tipo al que le rinden pleitesía la ultraderecha mundial y la derecha europea.