El Gordo

Las lluvias cercanas a la recogida engordan la aceituna pero no le dan más aceite. Suben de peso y bajan de rendimiento, pero el aceite ya está hecho. No aumenta. Esto es algo que en nuestra provincia todo el mundo sabe y no necesita de explicación alguna. Viene al caso por la coincidencia en las fechas navideñas con un evento que hace engordar a las personas pero no las mejora en absoluto. Hacemos la excepción comiendo en exceso y aumentando el dispendio en productos cuasi anuales del tipo langostinos, gambas o jamón ibérico. Lo disfrutamos en familia o bien con compañeros y, por supuesto, amigos. Llegado el final del año nos prometemos cambiar de mala vida, hacer deporte, leer más o leer menos y buscar, en definitiva, la manera de sacar un mayor rendimiento al año que se nos presenta todos los años sin los deberes hechos. Los regalos nos dan la oportunidad de reconocer la dedicación de otros hacia nosotros y crecen o menguan según lo haya hecho esa dedicación, o mutua intervención en nuestra vida. Hay, sin embargo, un evento que todos esperamos con ansiedad. A la misma hora en el mismo sitio y la misma fecha, nos pasamos la mañana con la misma cantinela y las orejas tiesas por si cayera la breva que nunca cae. Que nos caiga el Gordo nos engorda pero no nos hace mejores, quizás todo lo contrario, ni mejora nuestro rendimiento. El tonto seguirá tonto por más que engorde con el Gordo.