El edén de los privilegios

    08 ago 2020 / 16:31 H.
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    Nada más pernicioso para una sociedad que la perpetuación de un sistema de privilegios donde, ni todos somos iguales ni se nos trata de igual forma. El cáncer social que supone la diferenciación en función de la posición social, del patrimonio o el cargo ostentado, lleva a cualquier democracia a perecer. Estos días, al margen del debate república o monarquía, se evidencia a las claras que España tiene tantas varas de medir como se quiera desde las instituciones, bien sean políticas o judiciales. Si eres político o juez siempre tienes la salvaguarda del aforamiento; si eres rey, la garantía de la inviolabilidad; si eres pudiente la satisfacción de acceder a buenos bufetes de abogados. Los privilegios son ese gusano que una vez dentro de la manzana termina por pudrirla al completo; al principio es mera picadura, algo fácil de sanear, pero hundir el bisturí requiere firmeza; al final todo termina en metástasis. Y en esas estamos. España requiere un tratamiento de choque, ojalá las nuevas generaciones sepan hacerlo, porque estamos hartos de gusanos parasitando las manzanas.

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