El eclecticismo

    29 jun 2023 / 09:32 H.
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    Sabido es que el eclecticismo fue una corriente arquitectónica de finales del XIX y primeras décadas del XX, junto al historicismo, el modernismo, los neos.... Jornadas y estudios sobre el tema se vienen sucediendo en los últimos años —ejemplo, Alcalá la Real—, en los que se trata de aproximarnos a esta forma constructiva y decorativa, tan en boga con la época y con la burguesía, que ha dejado su huella en nuestros conjuntos monumentales. Se aplaudió el uso de los nuevos materiales constructivos, más económicos y fáciles de manejar, tales como el cemento, el hierro, y los ya utilizados (ladrillo, cerámica, vidrio...). Los resultados fueron llamativos, atrayentes... pero les faltó creatividad. La decoración usada fue considerada parasitaria y exclusivamente ornamental, es decir, vacía. Este nuevo ornato se encasilló como moral y socialmente censurable, intelectualmente indefendible y estéticamente corrupto. Creo excesivo, en tan corto espacio, hacer referencia a los kitsch, pero este concepto filosófico europeo espoleaba a los nuevos estilos tratándolos de basura de la calle, o hechura de muebles nuevos con los viejos o, lo que es lo mismo, mediocridad. En suma, una imitación y elaboración artificiosa, una estética del engaño o autoengaño, una repetición, un arte de consumo, una banalidad, una vulgaridad, una forma estética de mentir, una belleza instantánea... En cualquier caso, aquellos edificios fueron relajantes y agradables, y, dada la época, muy comerciales. Con menos
    dureza se afirma que estos inmuebles eran, realmente, un escape placentero de la monotonía.

    Pero el eclecticismo no es exclusividad del mundillo arquitectónico. Hasta podríamos trasegarlo a la actualidad y a cualquier nivel. Lo encontramos en la política, en las iniciativas culturales y sociales, en el ámbito de las artes, en la vida profesional, en los grandes o pequeños proyectos... Esto no quiere decir que sea una afirmación axiomática, definitiva y general, pero la mediocridad, para nuestro pesar, sigue exhibiéndose a sus anchas, con pocas objeciones en su contra.

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