El derecho a reivindicarse

    15 jul 2019 / 12:43 H.

    Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Nos da envidia el bien del prójimo. Aportamos soluciones o ideas cuando repercuten en nuestro bienestar, social o económico. Verdades absolutas y difíciles de reconocer. Y que donde dije digo, digo Diego. Que los que no querían tranvía ahora lo reclaman, y los que lo pusieron ahora lo cuestionan. Que Jaén está aislada pero parece que ahora, antes no, y que no dejará de estarlo, pero ahora sí. Que mola y mucho manifestarse, bendita libertad, pero resulta muy incoherente hacerlo por cuestiones que deberían darse por sentado. No veo yo a mis hijas pasillo adelante con pancartas pidiendo la cena, poder ver Bob Esponja y darse un baño antes de acostarse. Ni a un empleado para recibir su retribución tras cumplir con su deber laboral. ¿O sí? Pues eso, desde que Adán se moqueó con Eva por pillarse el iPhone, protestamos pacíficamente, como mandan las reglas, para reclamar que los demás no cumplen las reglas. Que si el Ayuntamiento, que si la Junta, que si el Gobierno, que si Europa, que si la flota interestelar galáctica. Que no nos dejan crecer, que nos limitan hasta la afluencia a las manifas, que no nos dejan venir y nos obligan a marchar, y que esta gente, que es muy, muy válida, TIENE QUE VALER.