El bulo y el chisme

    10 abr 2023 / 09:27 H.
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    Tanto el uno como el otro son mentiras con disfraz. Se empieza, casi siempre, con el segundo, que es, en principio, más suave, menos agresivo, algo simplemente anecdótico que provoca hilaridad, alguna sonrisa, cierta disculpa y un a-mí-plin. La supuesta confianza, el anonimato y la buena acogida que encuentra quien lo inventa, anima a nuevas experiencias... y aquí empieza lo perverso. Hay chismes que están cargados de malaleche. Y como se presentan perfectamente montados, basados en supuestos y simulaciones, con visos de realidad, siempre hay quien pica y se los cree a pie juntillas. Depende, especialmente, del prestigio de los propagadores. “Que sí, que me lo ha asegurado fulano, que lo sabe de muy buena tinta...” “Quién lo iba a decir...” “Lo han comentado en la tele...”.

    Pero si cruel es el primero, mucho más lo es el segundo. El bulo, los bulos, son los indicadores de la indignidad y la vileza, de la maldad y la indecencia. Se propagan y ahí quedan. No importa su falsedad, ni el mal que puedan acarrear. Se trata de acabar con el otro, con los otros, cueste lo que cueste y le pese a quien le pese. Si obtengo lo que deseo, quede atrás el método y las herramientas perniciosas utilizadas. El bulo, los bulos, están de moda. La mayoría los considera normales, un instrumento para conseguir cualquier objetivo. Y aquí se repite la base antedicha de la difusión: lo ha dicho fulano o mengano, por tanto, seguro que es verdad. Confiamos en lo que se nos dice, especialmente si el confidente es, supuestamente, de fiar, pero, a veces, nos sale el gato gata. Otrora se pensaba que, antes o después, estas acciones se pagaban en vida o lo que venga después, pero lo que es ahora, se justifican y se las pasa por el arco del triunfo, sin remordimiento alguno.

    Apena los que no tienen criterio, los que son, en cierto modo, víctimas de las debilidades humanas. Más de tres, de cuatro, de diez, pensará que lo de uno es lo primero, que la ética ha variado, que, en el fondo, todos hacen lo mismo. Y así nos va, me dice Nano.

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