El alma olvidada

    24 mar 2025 / 09:11 H.
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    En mi humilde opinión, que sigue una corriente de la psicología, permítame decir que las enfermedades mentales son enfermedades del alma. La psicología es una disciplina atea, cuyos “padres” son anticatólicos, que nace para fortalecer el “yo” disminuyendo a “los demás”, en contra de la doctrina católica que implanta el querer a los demás como a uno mismo. La psiquiatría tiene el mismo fundamento. Pero he aquí que, si bien es cierto que ambas disciplinas sirven, tanto las capacidades de una como de la otra tienen sus grandes limitaciones. Porque es que, al olvidarse del alma, su planteamiento es corto, pues prescinde de lo que en teología se llama discernimiento de espíritus —Dios, demonio, naturaleza—, que se desarrolla en las dos potencias del alma, el entendimiento y la voluntad. Y al ser enfermedades del alma, lo que ocurre en el enfermo es la disminución del entendimiento o de la voluntad, o de ambas, porque si nos paramos a pensar, todas las enfermedades mentales pueden ser analizadas así. En resumen, la psicología, que pretende penetrar en lo profundo del ser, no cura o cura poco, porque de origen como disciplina ha prescindido del alma, y de Dios. Hay que volver al sacerdote.



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