Distancias

19 may 2020 / 16:51 H.
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A pesar de esa distancia social a que obliga el confinamiento y la conveniencia de no visitar a nadie hasta nuevo aviso, algún resquicio de mi casa quedó abierto y por él, el pasado domingo, se coló un año que no sólo vino a visitarme sino a quedarse conmigo definitivamente. Un año más y ya son 82, una cifra que puede dar para mucho o para nada, porque los años son como el dinero, rinden según el sentido común con que los utilices. El ir acumulando años debería servir para aportar una experiencia, adquirir unos conocimientos, que sirvan para mejorar. El progreso se forma con el paso de los años. No siempre sucede así, porque a veces, hay quienes con el paso del tiempo se van poniendo mustios y se van degradando, como sucede en la política, donde la distancia del tiempo va minando la calidad de quienes aspiran a gobernarnos. Para darse cuenta de esta realidad no hay más que recordar a aquellos políticos que comenzaron la andadura por la Transición, con los que convivimos, para darse cuenta del enorme deterioro que ha sufrido la calidad de la clase política.

Cuarenta años después de aquellos inicios deprime la comparación de los políticos de aquella época con los de hoy. La muerte de Julio Anguita me ha traído esta reflexión comparando su trayectoria, con la de quienes le fueron relevando en los cargos. Julio Anguita fue alcalde de Córdoba desde 1979 a 1986, secretario general del Partido Comunista y coordinador general de Izquierda Unida. Un hombre con formación, comprometido, honesto, eficaz que lideró con acierto la izquierda española hasta que se retiró por enfermedad, aunque sus opiniones sobre la actualidad política española nunca se hicieron esperar cuando se les solicitaban. Decía que en este país se tiene miedo a pensar. ”Somos capaces de ponernos delante de un toro pero nos ponen un libro y salimos corriendo”. “Antes, en las sedes de los partidos se organizaban conferencias y actos positivos; después se puso en todas ellas un bar y se va allí sólo para alternar”, o frases tan determinantes como: “Los partidos políticos se han convertido en máquinas electorales y no en máquinas constructoras de conciencia y de cultura”.

Si a alguien se le ocurre comparar a Julio Anguita con el actual coordinador de Izquierda Unida, Alberto Garzón, se llevará una enorme decepción al comprobar los muchos grados de inteligencia y personalidad perdidos en el tiempo. Garzón que llevó a Izquierda Unida casi a la desaparición, ha permanecido tapado bajo el capote de Podemos, sin dejarse oír ni una palabra, y ahora es ministro de Consumo, por la gracia de Sánchez. Un ministro que tiene la desfachatez de decir que el turismo no tiene ninguna incidencia económica importante para España.

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