Después de tres años

    18 mar 2023 / 09:55 H.
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    En esta semana se ha cumplido el tercer aniversario de la declaración del estado de alarma a consecuencia de la covid-19, una enfermedad que ha dejado tras de sí miles de muertos en la provincia y la angustiosa sensación de que somos vulnerables. Nuestras casas se convirtieron en cárceles y el contacto físico algo impensable, si no era con los más cercanos. La naturaleza respiró y los animales tomaron las ciudades. A pesar de las canciones y los aplausos a los sanitarios, a la solidaridad que mostraron muchas personas y empresas confeccionando mascarillas y ayudando a los más necesitados, no salimos mejores de la pandemia, si acaso, un poco más egoístas. Nos escondemos en nuestro caparazón de tortugas y apenas asomamos la cabeza para ver lo que ocurre a nuestro alrededor. Si podemos pagar la sanidad privada nos da igual lo que ocurra con la pública; si llegamos a fin de mes nos olvidamos de las muchas familias que apenas tienen para comer. Nos molesta ver las imágenes de la guerra de Ucrania o de los ahogados en el Mediterráneo. No, no somos mejores, seguimos perteneciendo a la raza humana, la misma que arrasa con todo lo que encuentra a su paso, sean animales, plantas u otras personas.

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