Despedida

26 jul 2024 / 09:34 H.
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Hoy publico mi última columna, al menos de manera regular, en este periódico. Pero no cierro ninguna puerta. Solo despedirme por ahora. Han sido muchos años, reflexiones y columnas. Quiero pensar, del mismo modo, que me tomo un descanso para centrarme en otros asuntos que reclaman mi máximo esfuerzo y atención. Y dejo de escribir en este periódico con tristeza, porque han sido muchos años y muchas satisfacciones. Mi primera columna fue en octubre de 1999, con lo que he cumplido las bodas de plata. Por tanto, la andadura no ha sido ligera, ni pequeña, porque se trata de más de 700 columnas en total. Estuve escribiendo también en la competencia, tanto en Jaén como en Granada, durante unos años, si bien Diario JAÉN siempre ha sido mi casa, referente indiscutible cuando yo era un jovencito, adolescente asombrado con el ejercicio de la opinión pública, lector frecuente de periódicos en bares, cuando iba a tomarme el café, y asimismo he abogado desde entonces por la prensa local más que nadie, verdadera columna vertebral de esta provincia, motor que cohesiona y da coherencia a una tierra tan necesitada de unidad. Antes que los periódicos nacionales, o sus holdings, la prensa local es fundamental para cualquier colectivo social... Mi tema primordialmente ha sido la política, como ustedes bien saben. A lo largo de cientos de columnas me he dedicado a escribir todo tipo de historias, recrear memorias, fantasear con los recuerdos y con el futuro, o a inventar lo que me ha dado la gana, aunque evidentemente la política ha sido la piedra de toque de mis preocupaciones. Además, he lanzado desde la conciencia de mis convicciones, a favor de la dignidad y el progreso de los más humildes, y contra los abusos, muchísimos alegatos a favor de la justicia social y en contra del latrocinio, amén de la bajeza moral que define esta época de ética inexistente y sin valores. Guerreando a favor de lo público y de los derechos individuales. Me he atrevido a criticar sin cortapisas lo criticable, especialmente a los chaqueteros y a los oportunistas, a los que dicen una cosa y luego hacen otra, a los que prometen y luego no se acuerdan, o dicen que se equivocaron, o hablan con frivolidad sin asumir las responsabilidades adquiridas. La mentira, el populismo y esas herramientas de estos tiempos infaustos que solo pasarán a la historia por la iniquidad de sus costumbres, la depravación de los poderosos y la miseria de los mediocres, su desgracia. Pero esto debía tener un final y me hace falta otro rumbo. Me reclaman otras inquietudes laborales. Las columnas de opinión exigen disciplina y son el mejor ejercicio para un escritor cívico, pues te mantienen vivo intelectualmente y te obligan a construir y cerrar unas ideas en un determinado espacio, de manera fija. Y no podemos olvidar que, desde que apareció internet, publicar las columnas en las redes sociales posibilita que te lean en cualquier parte del mundo, si tu voz es tenida en cuenta, claro. En ese sentido, para aquel adolescente era impredecible pensar lo que ofrece la instantaneidad de las telecomunicaciones, al alcance de un clic... Así que he tenido la suerte de escribir muchos años en este periódico, a quien doy las gracias de corazón, y no cierro ninguna puerta. Y me despido: gracias de veras a todos, amigas y amigos lectores, durante tantos años. Os echaré de menos.




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