Descontento general

    14 dic 2022 / 16:05 H.
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    Cuando me pongo a escribir estas líneas me salta en el móvil la siguiente noticia: “ERC acuerda con PSOE rebajar de 6 a 4 años la pena máxima por malversación con el apoyo de Unidas Podemos”. Si fuera al revés y se le ocurriera al PP rebajar alguna pena, el lío lo armarían los que ahora gobiernan. Probablemente así sucedería con un montón de decisiones políticas que se están tomando por parte del gobierno actual si las llevaran a cabo un gobierno de derechas, con el agravante de que los más extremistas no dudarían ejercitarse con violencia en las calles. Pero no, no sucede nada, la sociedad está tan harta, tan anestesiada, que no reaccionamos con firmeza. Estamos tan preocupados por los nuestros, por los más inmediatos, que el bien común, el bien general, se nos escapa en manos de impresentables que, si bien han sido elegidos en las urnas, no están a la altura de representar dignamente a los españoles, y es que no hay mucho donde elegir. Estamos dejando decisiones políticas en manos de jóvenes con una gran experiencia en confrontación, que no les falta chulería y prepotencia, con oratoria más que suficiente para convencer a los que menos se cuestionan. Ese bien común también se nos escapa en manos de otros políticos que, no tan jóvenes, se doblegan ante quienes hagan falta para mantenerse en el poder y no perder privilegios. Si tuviéramos un gobierno de derechas y la oposición la ejerciera la izquierda, probablemente estaríamos hablando de lo mismo, pero en un contexto legislativo quizás distinto. Y en política internacional pues más de lo mismo. El caso es que el descontento general por quienes nos gobiernan está siempre encima de la mesa. La cordura, la sensatez y el sentido común brillan por su ausencia. Cuando una decisión política está bien tomada hay que reconocerlo, sea del partido que sea y en el nivel que se produzca, pero eso solo sucede cuando de forma imparcial se opta por el bien de los gobernados y cuando los que votamos somos capaces reconocerlo sin partidismo. Para ello es necesario educarnos en valores que no son precisamente los que ahora gobiernan el mundo.

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