Democracia o capital

    26 jul 2025 / 08:50 H.
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    Si alguien quiere conocer el capitalismo o el capitalismo incompatible con la democracia promocionado por la derecha ultra o por la ultraderecha, lo más sencillo es acudir a las explicaciones que los mismos representantes radicales de esta ideología nos cuentan. El mismo Donald Trump nos explicó que el capitalismo moderno no puede sobrevivir sin los ingresos recibidos del Estado. Y nos recordó que las empresas capitalistas necesitan el trasvase constante de dinero del estado. Y lo hizo cuando se defendía del ataque a su gobierno por parte de Elon Musk al explicar cómo las empresas de este multimillonario habían obtenido grandes beneficios gracias a las copiosas ayudas de ese mismo gobierno. Y no mentía Trump, en Estados Unidos los contratos estatales con empresas en forma de compras, subvenciones, contratos públicos, exenciones fiscales específicas e ingresos directos e indirectos del Estado suponen entre un billón y uno coma ocho billones según diferentes fuentes. Las empresas de Musk no son una excepción. El sesenta por ciento de los ingresos de las empresas de consultoría, tecnología y defensa proviene de los contratos con los gobiernos.

    Su exasesor, Elon Musk, en su ataque a Trump reconocía de forma implícita que el capitalismo y las políticas de motosierra no generan ahorro y son los grandes creadores de la deuda y el despilfarro. Se recorta siempre en el gasto dirigido a mejorar la calidad de vida de la gran mayoría de ciudadanos, en el gasto social. Mientras se aumenta el gasto militar y se dan ayudas de todo tipo para beneficiar a las grandes corporaciones y, por supuesto, se reducen los impuestos a empresas y grandes fortunas. En resumen, se dispara la deuda y se aumenta el gasto. Ya les pasó en el primer gobierno de Trump cuando la deuda aumentó un treinta y seis por ciento y el gasto más de dos billones. En Europa ya vimos los resultados de estas políticas de austeridad hace muy pocos años y lo seguimos viendo. Ahora en Francia su primer ministro, François Bayrou, ha sacado su motosierra y, como siempre hacen al hablar de la deuda los ultras de esta ideología neoliberal, vuelven a mentir a su pueblo y les quieren hacer comulgar con ruedas de molino diciendo que con esos recortes se busca reducirla y que no hay más remedio que reducir el gasto social para conseguirlo. Por supuesto, el gasto militar subirá en dos años seis mil millones más, mientras se recortarán cuarenta y cuatro mil millones en empleo público, sanidad, educación, pensiones y ayudas sociales.

    Engañan a su pueblo porque ocurrirá lo que ya hemos visto ocurrir en tantos países en nuestra historia reciente.

    El tremendo recorte de gasto público social traerá una recesión y la caída de la actividad económica. La renta de la mayoría de la población caerá y caerán los ingresos de las empresas privadas, aumentará el paro, las empresas y población se endeudará aún más y provocarán que disminuyan los ingresos del Estado y habrá un nuevo aumento de la deuda. Sucederá lo de siempre. A estos políticos franceses de la motosierra se les ha olvidado explicarle a su pueblo que lo que hace que la deuda crezca sin cesar no es el gasto en ciertas partidas, sino el pago de los intereses. Y esto sucede por entregar a las finanzas privadas la gallina de los huevos de oro, o sea, por permitir que financiaran a los gobiernos con los intereses del mercado. Eso se hizo en tiempos del presidente Georges Pompidou, que antes había sido director general del Banco Rothschild, el cual impulso durante su gobierno la ley que prohibió al Banco de Francia seguir con la financiación del Estado sin intereses algunos. El Estado francés ha gastado lo que tuviera que gastar desde esas fechas, pero sin esa ley no se habrían pagado esos intereses brutales. Los intereses que preocupan al presidente actual serían más o menos los mismos que en los años setenta del siglo pasado, en vez de ser de un ciento catorce por ciento del PIB serían de un veinte por ciento. Esto no es una excepción y ha pasado en todos los países que renunciaron la financiación de sus bancos centrales.

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