Dejar huella

02 ago 2019 / 10:03 H.

Tal y como están las cosas ya no se sabe si es mejor pasar por la vida sin pena ni gloria o hacerlo dejando huella, teniendo en cuenta que, si se opta por dejar huella, que esta sea positiva, porque un elefante en una cacharrería dejaría una tremenda huella difícil de olvidar por sus nefastas consecuencias. Dejar huella debe significar vivir con la idea de hacer cosas que mejoren la vida de todos, que la haga más confortable, más alegre, es marcar un hito, clavar un jalón que signifique algo positivo para una ciudad y sus ciudadanos, aunque se trate de cosas sencillas que no precisen el sacrificio de ser héroes. En los detalles sencillos también hay a veces grandeza.

Sinceramente creo que todos los seres humanos deberíamos concienciarnos y esforzarnos en dejar tras nosotros una huella positiva, simplemente por la razón de ser personas. Si, además de ser una persona racional, tienes un cargo público que te obliga precisamente a ser un servidor del pueblo, el dejar un buen recuerdo debería ser tarea obligatoria. Estoy convencido de que, si a un joven de nuestros días se le preguntara cuántos nombres recuerda de personas que fueron alcaldes de Jaén durante el último medio siglo —que no es demasiado tiempo—, se acordaría de muy pocos. Alguno quizás no sepa el nombre del actual alcalde, pero Julio Millán no ha tenido tiempo de hacer historia todavía. Sin embargo, serán muy pocos los que ignoren que la marcha de Nuestro Padre Jesús Nazareno la compuso Emilio Cebrián o que Arregui fue el jugador más simbólico del Real Jaén.

Pues si esto pasa con los alcaldes, ya me dirán qué pasaría si se preguntara por concejales que dejaron huella, cuando algunos ni siquiera visitaron nuestra calle. Yo he conocido a concejales muy entregados a su tarea de servicio común desde hace muchos años. No voy a decir nombres porque, tal y como ando de memoria, me olvidaría de más de uno y no sería justo. Sólo quiero mencionar a uno que dejó una huella que ha trascendido mucho más allá de nuestra ciudad y nuestra provincia. José Montané tuvo la feliz idea de organizar, hace 35 años, la primera Carrera de San Antón, siendo alcalde Emilio Arroyo. Una iniciativa sencilla, pero cuya popularidad se ha ido agigantando con los años hasta el punto de que, hace unos días, el Ministerio de Turismo reconoció el interés nacional de la fiesta de esa noche. Enhorabuena, amigo Pepe.