De Magos y Reyes

    05 ene 2020 / 11:10 H.
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    Todo lo que sea infundir alguna variante de ilusión en el ánimo del ser humano debería ser favorecido, aún a sabiendas que la magia sentida, o el ideal pretendido puedan desembocar en una decepción. Aquellos niños que tuvieron una infancia feliz, se nutrirán toda la vida de aquellos momentos de imborrables recuerdos, aunque después la misma vida pueda ensombrecernos algunos paisajes. Yo aún quisiera creer en los Reyes Magos de Oriente, a pesar de que se me tachara de imbécil reincidente. Pero que se le va a hacer, el discurrir de la existencia me ha hecho “inteligente” y un tanto desabrido. Aunque toda magia tenga su truco y todo mago sus secretos de embrujador, creo que merece la pena dejarse embaucar, tan sólo por el hecho de abstraerse de una realidad que a veces nos muestra otros fraudes mucho menos inocentes. El trilero es también una especie de mago, solo que mucho más avieso que el prestidigitador, del mismo modo que la mal llamada ingeniería fiscal no dejar de ser una suerte de magia negra para defraudar , incluso hasta legalmente. En consecuencia, pienso que para bien de nuestra salud mental, a veces, aunque tenga sus riesgos, es preferible quedar embelesado por las argucias inocentes de la magia blanca, que hurgar enconados en encontrar las artimañas y malas tretas de algunos pocos y sus malvadas fullerías, pues podemos correr el riesgo de empezar a parecernos a ellos. Es evidente que no hay que dejarse engañar, pero creo que tampoco habría que sospechar a un enemigo detrás de cada esquina. En cuanto a los reyes y sus posibles magias e ilusionismos, solo los hallamos en algunos cuentos para niños. Ese rey ecuánime que pone a prueba a los pretendientes de su hija princesa, el príncipe heredero al trono que se enamora de Cenicienta, o el patriarca poderoso y respetado Rey León. También tenemos reyes bíblicos como el sabio rey Salomón con su sorprendente y arriesgada justicia de niños partidos por la mitad, o el malvado rey Herodes que receloso de lo que le contaban otros reyes de un posible rey superior, puso en praxis , de manera execrable y mal entendida las sentencias de su colega Salomón, matando a niños por doquier. Otros son más prosaicos y se atienen a esa realidad que no nos acaba gustando y que intentamos eludir en estos días tan señalados, como pueden ser los cuatro reyes de la baraja, que son unos reyes muy manoseados, y que incluso se dejan manejar por republicanos. Y en la cúspide de la realidad más alejada de la ilusión, nos encontramos con los reyes de sangre azul que son muy suyos y de sus tronos y de sus coronas. Visto lo cual yo me quedo con Melchor, Gaspar y Baltasar, esos tres ilusos que se recorrieron medio mundo siguiendo a una estrella.

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