De lo virtual a metaverso

    15 jul 2022 / 16:24 H.
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    La idea de profundizar en los entornos virtuales de internet puede ser un sondeo de opinión o un primer paso para ir creando la necesidad sobre todo entre los muy jóvenes, que después ya atenderá alguna gran empresa, sea META u otras. Después de esas buenas, excelentes enseñanzas en colegios primero y universidades después, parece necesario seguir haciendo pensar a los jóvenes, en su proceso de maduración, aunque nadie pueda aconsejar ni ayudar a otro, en ese camino hacia uno mismo, como escribía Rilke a su joven amigo Kappus (“Cartas a un joven poeta”), en respuesta al joven poeta que buscaba el consejo artístico y vital del consagrado escritor. Kappus se iniciaba en la poesía mientras estudiaba en una Academia Militar, y sentía que podía estar perdiendo el tiempo, hasta que un profesor le vio leer a Rilke, y le comentó que él también había sido alumno suyo en aquella Academia. La creación, le escribe Rilke en esas breves cartas, solo debe atenderse cuando la vida sin ella carecería de sentido.

    Me atrevo ahora yo también a referir la historia de la filosofía, que es la historia, en fin, del hombre, como un proceso de maduración de la humanidad, por ejemplo, la de Michele Federico Sciacca y de otros que nos informan del pensamiento colectivo de grandes pensadores, o del recorrido del conocimiento que ha seguido la humanidad a través de los siglos, exigencia que es también libertad. Hay un dicho muy común, “y la casa sin barrer”, que se puede aplicar a nuestro momento en el desarrollo de lo virtual, cuando hay tantos asuntos en nuestro planeta real llamado Tierra, sin resolver: la lucha contra cambio climático, la ciberseguridad, y además, sobre todo, de los grandes problemas de migración y mafias, la relación entre Estados, etcétera. Para el filósofo Descartes, el criterio de la evidencia es el fundamento de la verdad: “poseemos una idea verdadera cuando tiene una evidencia racional”. Parece que hemos iniciado una carrera loca por lo virtual, cuando es el momento de la ciencia, que nos libera de la pasión por lo nuevo, que nos podrían aportar los entornos virtuales de fantasía, y cuando deberíamos tener fe en nuestra razón, nos mostramos favorables a la búsqueda de nuevas soluciones, sin tener en cuenta los sentimientos del espíritu humano, los problemas y exigencias,
    que no pueden deshumanizarse, el pensamiento y su razón van unidos, son universales y deben prevalecer.

    El problema de los jóvenes, es que necesitan, como es natural, estar en contacto y trato con otros jóvenes, en casos para oírse en grupo o para sentirse vivos con los demás, como siempre ha sido a través de los tiempos. La humanidad ha crecido con el esfuerzo y la seguridad o apoyo de los demás, de los otros. Así en esos conciertos que para los demás puedan ser estrepitosos y monótonos, a ellos le suponen alegría de grupo y contactos fructíferos, el maná imprescindible para saberse en los demás. ¿Entornos virtuales? No hay que asombrarse, sino establecer límites. Pascal, científico y filósofo reivindica el valor y la realidad, e inaugura un método de filosofar inconfundible, “pascaliano”, el método del corazón que parte de la vida del hombre concreto e integral para alcanzar las condiciones reales de una vida siempre más rica y más plena.

    Parece echarse de menos sostener o ampliar iniciativas para los jóvenes, de ideas, planteando problemas reales, de situaciones reales soluciones o recursos a aplicar que les motivarían a conocer también las dificultades que entrañan.

    En fin, me ha parecido tan disparatado el metaverso y otros entornos virtuales, con tantos asuntos aún sin solucionar, en la hermosa y en parte muy importante desventurada Tierra, oír lo que parece un despropósito o un camino hacia ninguna parte. Todo para darse cuenta de que, como escribía Rilke, estamos solos en la vida, y es mejor partir de esa realidad, para no llevarse a engaños. Creo que son necesarias iniciativas y actuaciones reales y atender a cuestiones humanas, y atender solo a la creación cuando sin ella, como decía Rilke, la vida carecería de sentido.

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