Currículum y políticos

30 jul 2025 / 09:06 H.
Ver comentarios

El caso de la dimisión de la diputada madrileña Noelia Gómez por haber mentido y falsificado su currículo no es el primero, pero debería ser el último. Para ser político no es necesario tener ningún título, pero sí ser honesto y es exigible no mentir, sobre todo cuando se trata de uno mismo.

Aún cuesta entender cómo después de tantos casos, sigamos asistiendo a lamentables episodios de esta naturaleza cuando ya han caído por lo mismo ministras, presidentas de comunidad autónoma y otros cuantos cargos institucionales.

Yo tuve un buen profesor en la universidad que, entre otros consejos, nos recomendaba no tener prisa por empezar a trabajar. Decía que después de la universidad el camino del trabajo era ya recto, y que más importante que encontrar pronto un empleo era formarnos mucho, porque tener bien cargada la mochila de conocimientos nos permitiría desarrollar mejor nuestra carrera profesional. Esto es lo que hacen normalmente todos los jóvenes, que hoy en día aspiran a desarrollar una óptima carrera profesional. Se forman con grados, máster y a veces hasta se sobre cualifican para tener mejores oportunidades de encontrar un buen empleo. ¿Qué les pasa a los partidos que, con tanto talento, recurren a jóvenes a medio hacer? La formación ahora además es una asignatura que se desarrolla a lo largo de la vida. Estudiamos todo el tiempo, porque en una sociedad tan cambiante y exigente como la actual, es imprescindible no dejar de aprender, como bien nos describe el filósofo José Antonio Marina en “la sociedad del aprendizaje”. La razón de porqué los políticos siguen mintiendo en su currículum, sabiendo que hoy en día todo se puede averiguar con cierta facilidad, resulta pueril. Solo se puede entender esta manía de “inflar los curriculum” por ese cierto complejo por no demostrar suficientes méritos y solvencia, antes de llegar a algo tan noble como ser representantes de la ciudadanía en instituciones claves como un ayuntamiento, un parlamento o un gobierno. A un político le corresponde en cierta manera dirigir y desarrollar políticas púbicas. La política púbica no es sólo una cosa de tecnócratas y funcionarios, es fundamentalmente cosa de la política y los políticos. Es difícil por tanto poder ser un buen político, sin la formación ni la experiencia que ofrecen los años y las trayectorias profesionales y vitales de cada uno y de cada una. No es imprescindible ni es garantía de nada tener muchos títulos académicos para ser un buen político.

He conocido a políticos excelentes sin muchos títulos, pero con grandes valores, empatía, sentido común e inteligencia política y también he conocido a pésimos políticos con muchos títulos académicos. Pero una cosa es clara, los grandes políticos desde la Transición hasta la actualidad han sido personas bien formadas académicamente, con trayectorias profesionales sólidas y con una solvencia intelectual apreciable en sus discursos, oratoria y hacer político. Esos son los casos de Suárez, González, Torcuato, Solana, Marcelino Oreja, Mayor Zaragoza, Rubalcaba, María Teresa Fernández de la Vega y tantos otros y otras. Conclusión: los partidos lo harían mejor si practicaran mejores procesos de captación de sus líderes, empezando por comprobar que no mienten y son buenas personas. Los títulos no son necesarios, pero no sobran. Ser líderes en redes sociales no es el mejor aval para un político, está claro, pero si ser honesto y saber un poquito más de política pública.

Articulistas
set (1 = 1)