Cumbre sin altura

    27 nov 2022 / 16:00 H.
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    La temperatura del caldero está subiendo y, en lugar de quitarlo del fuego o alejarnos, estamos buscando vendas y cremas paras las quemaduras. A mediados del siglo XVIII, cuando la gente dejaba de beber vino para desayunar por medio a enfermar con un agua insana, tomaban café en la calles de París. La Ilustración ponía la luz en la razón, en un contexto en el que la ciencia y las artes nos alejaban del ostracismo cultural. Rousseau expuso que las virtudes se veían opacadas por los talentos, empleando la ciencia para aspectos secundarios de nuestra vida, privándonos de lo natural y los valores más sencillos y necesarios. Siglos más tarde nos embriagamos con el uso de las tecnologías y de los combustibles fósiles, rechazamos las virtudes de la naturaleza por unos talentos efímeros, de manera que nos rendimos a un consumismo desmedido. En lugar de frenar el calentamiento global, se están pactando ayudas para los países más desfavorecidos, que menos culpa tienen. Las sequías de hoy son las hambrunas y guerras del mañana, de la misma manera que las buenas decisiones son la semilla de un árbol que, quizá, pueda cobijarnos en el futuro.

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