Cuentos Chinos Alcalaínos VIII
Hay pequeñas tonterías que, de manera natural, repercuten tan profundamente y se hacen inseparables, convirtiéndose en tradición. Como los Tontos de Lojilla, estos saltimbanquis hacían reír con sus bailes al son de cascabeles y cencerros, con unos multicolores, floreados sombreros. Desconectemos por un momento el móvil, y dejemos que se nos venga un buen recuerdo a la cabeza. Este pequeño gesto, te va a traer más risas este día. Minúsculas formas de actuar se multiplican. Usted y yo, somos parte del universo, que es uno, por tanto, todos estamos conectados. Esa conexión hace que su gesto se traslade a los demás y los demás se lo devolverán de la misma forma que usted se lo hizo llegar. Por lo tanto, seamos, amables, agradecidos; dejemos la “malafollá” y el quererlo todo para nosotros, para compartir, nuestras alegrías, serán aún más y por qué no, nuestras penas, serán aún menos, y no pesarán tanto. Seamos comunidad, como la de antes. Cuando en ese cortijo se hacía matanza, era una fiesta porque los vecinos ayudaban, y los cochinos que se criaban para sustentarse todo el año, se repartían, sabiendo que el vecino cuando hiciera su matanza también te daría de la suya. ¡Qué buena comunicación había! Y si encima tocaban a tu puerta los Tontos de Lojilla, todo el mundo se divertía.