¿Covid-22?

Está claro que ya no es lo mismo. La terrible pandemia que asoló al mundo en los últimos meses de 2019 y en los años 2020 y 2021, sigue presente y condicionando nuestras vidas, nuestras costumbres y hasta nuestra economía. Pero ahora, aunque el virus sigue siendo el mismo, tras las numerosísimas mutaciones que ha sufrido no se comportan de la misma forma y la enfermedad que produce es distinta. La transmisión ha aumentado de forma exponencial, el virus ha sabido sortear las defensas de los anticuerpos generados por las vacunas y por la propia enfermedad y ahora se expande a sus anchas produciendo una tasa de contagios espeluznante, pero la enfermedad que produce es otra. Las terribles neumonías y las trombosis venosas que tantas muertes han producido ya son excepcionales y aunque las vacunas protegen menos de los contagios, continúan evitando muchas manifestaciones graves, aunque no banalicemos demasiado el proceso, la mortalidad sigue siendo alta y por tanto sigue siendo peligroso. Tantos son los cambios, que una parte de la comunidad científica ha planteado que se debería cambiar el nombre de la enfermedad actual y han propuesto llamarla covid-22, en lugar de covid-19. Pero no existe consenso.